Después del trabajo, después de ver la televisión, de leer la prensa, de los viajes, de compartir con los amigos, de compartir con tu familia ¿Qué te queda? ¿Que diste? ¿Qué te motivo y qué te hizo sentir la fuerza de tu ser?
Un amigo me comentaba sobre un ejercicio que había practicado en un retiro que estuvo: Ellos debían imaginar su entierro y luego escribir lo que les gustaría que sus familiares, parejas, hijos y amigos dijeran de ellos. Y me decía que una de las cosas que no le gustaría que dijeran de Él, era que: “Él fue un pesimista, amargado, que nunca tuvo tiempo para sus hijos, o su familia, que no lucho por nada, ni creyó en nada”.
Este ejercicio decía, Más bien lo llevo a vislumbrar al hombre que quería ser. En este momento todo lo trivial, lo vano, lo que no deja nada, desapareció y se centro en lo que realmente valoraba y deseaba.
Qué bueno sería preguntarse en un momento de desanimo, o que te sientas aburrido, apático, o simplemente metido en una serie de actividades vanas que no dejan nada. ¿Qué puedo y debo hacer para afirmar en ese momento valor? Si la respuesta es nada, entonces retírese; pero si hay algo que si puede hacer! Hágalo ¡
Una simple pregunta como: ¿En un año qué significará lo que estoy haciendo? Puede enfocarte rápidamente para guiarte a dejar aquellas cosas que estás haciendo que son ocio, son “nada” y encaminarte a acciones diarias que si tendrán un efecto y un valor en tu vida. Es tan sencillo como tomar el tiempo de hablar con tu esposa o esposo, salir con tus hijos, reír y compartir con ellos. Dejar de quejarte y empezar a buscar soluciones a aquellas cosas de las cuales te quejas. Educarte, producir, educar a otros, entusiasmarte, entusiasmar a otros. Y sí: “DEJAR DE QUEJARTE”.
De qué sirve la vida si no puedes con tu voluntad, tu valor y tu verdad; primero debes sacudir los cimientos de tu propia vida, para así sacudir también a otros de su letargo, de su aburrimiento y de su “estar dormidos”.
Debes trabajar cada día para tratar de ser la mejor versión tuya y vivir con fuerza y sin temor, fuera de la APATÍA y dentro de la ALEGRÍA de saber que estás siendo fiel a ti mismo.
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro; sino con la sangre preciosa de Jesús, como de un cordero sin mancha y sin defecto.
1 Pedro 1:18
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